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George Goyau recordando al P. Dehon en el 1925: “Su silueta era señorial y rigurosa su teología; pero enseguida, en cuanto hablaba, florecía en sus labios esa ternura del alma que se alimentaba, en sus meditaciones cotidianas, de la contemplación constante de otra ternura, la ternura del Hombre-Dios. Era, ante todo, como apóstol social, el discípulo del corazón que había tenido piedad." (La Libre Belgique, 9.11.1925) ... |
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