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Dondequiera que León Dehon pudiese probar y apreciar profundamente de la naturaleza se convertía en una experiencia religiosa. Es evidente leyendo sus diarios de viajes, pero ya el jardín detrás de la casa de los Dehon tiene una significatividad e importancia especial para León Dehon. De este jardín, en cuanto pequeño jardinero, cortaba flores y plantas para decorar su pequeña capilla y jugar a decir misa.
Más tarde, durante sus vacaciones como seminarista, el jardín de La Capelle se convierte -además de su habitación en la pequeña torre de la casa- en el lugar donde continúa a practicar la vida espiritual que ha descubierto en Roma. "Guardo un dulce recuerdo de las horas pasadas paseando por el jardín, practicando mis ejercicios de piedad" (NHV V/36). ... |
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