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“Dehon en el seminario francés de Santa Clara.
“Finalmente estaba en mi verdadero lugar, era feliz”(NHV IV/123, 1865)

Ingresando en el seminario francés de Santa Clara en Roma, León Dehon comienza su formación sacerdotal tan deseada desde hace tiempo. El espíritu de este seminario marcará profundamente su identidad sacerdotal. Santa clara, aún hoy seminario francés se encuentra junto al Panteón, fue fundado en 1853, a petición del Papa Pío IX y confiado a la congregación de los Espirituales. Con la fundación de varios seminarios extranjeros, el Papa deseaba formar élites eclesiásticas.

En 1865, cerca de 70 candidatos al sacerdocio vivían en Santa Clara, pero debido a la situación política de oposición entre los Estados Pontificios e Italia, el número de estudiantes disminuyó en los años sucesivos, por ejemplo, el número de estudiantes en el año 1867 disminuyó a 48. La vivienda era muy sencilla. Ciertamente Dehon se apresura a calmar a sus padres que se encuentran preocupados, describiendo el confort como simple, pero satisfactorio, sin embargo más tarde él escribirá:

“Había acampado en un piso muy alto, pero no muy bonito... Teníamos habitaciones miserables, corredores tortuosos y oscuros y una escalera, tan empinada, que parecía de listones” (Manzoni, León Dehon, p. 119).

Pero para León Dehon, el espíritu del seminario era más importante, y eso conllevará grandes consecuencias. En Santa Clara, puede seguir libremente su ideal, dedicarse al mismo tiempo a la ciencia y a la devoción. Y más aún, los espirituales, sobre todo el superior P. Freyd, le pondrá en contacto con la Escuela francesa, que “propone a los cristianos, sobre todo a los sacerdotes, profundizar la unión con Dios, meditando incansablemente los misterios de la vida de Jesús”. (Yves Ledure, Petite Vie, 47). Los maestros de esta escuela, Bérulle, Olier y Jean Eudes “buscan profundizar a los sacerdotes integrándolos en una congregación religiosa o en una sociedad presbiteral” (ibid.).

Por lo tanto, ya en el seminario Dehon asume la visión del sacerdote como consagrado a Dios y actuando en persona de Cristo se abre a la vida religiosa. Siempre, desde esta perspectiva, escribe después de su ordenación:

“Me elevé sacerdote, poseído por Jesús, todo lleno de él, de su amor por el padre, de su celo por las almas, de su espíritu de oración y sacrificio” (NHV VI/ 81)

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